En el siglo XXI el clínico requerirá conocimiento, capacidad de comunicación y relación, la historia clínica como principal herramienta, la exploración física, la capacidad y el razonamiento clínico; realizar diagnósticos enfrentando la incertidumbre; disminuir la capacidad de error, trabajar en equipos; establecer un diagnóstico y un pronóstico centrados en el paciente, con la mejor evidencia disponible, apoyados y facilitados por las tecnologías de la información y la comunicación. Asimismo, actuar de manera satisfactoria en diferentes situaciones, mantener un desarrollo continuo ante la abrumadora cantidad de información, atender a pacientes y familiares que cuentan cada vez con más información; y atender a una población que va envejeciendo, que tiene pluripatología, comorbilidades, polifarmacia y requiere una mayor cantidad de recursos finitos. Este libro resalta los beneficios que la clínica adquiere al hacer un uso razonado de la tecnología, destacando la necesidad de crear y mantener una relación médico—paciente como una herramienta indispensable para entender y atender al paciente.