Un ex presidente confiesa los secretos de la sabiduría ocultos en una gruta en San Luis, una trabajadora nómade viaja de Buenos Aires a Tucumán para descubrir una nueva terapia de desprendimiento afectivo, empresas sofisticadas y absurdas donde convive el misterio con algoritmos que impulsan el clickbait, un grupo de choque que llega del pasado amenaza la integridad de una ministra, sindicalistas que confluyen en un ghetto de resistencia en Córdoba... En Odiar y esperar, Orani observa un presente cuya inestabilidad es estructural, mientras las fantasías de evasión se vuelven refugios ante el absurdo. La novedad de los héroes de Luis Orani es que ante la adversidad (económica, social, sentimental, espiritual) jamás se enfrentan a la ausencia de sentido, sino que siempre lo reencuentran, como una maldición cuya tragedia nos hace reír. Ideas, anhelos, promesas y proyectos brotan de forma incesante. Una vitalidad que siempre revienta para que, al final, la monotonía y el absurdo destaquen como protagonistas. Así, lo que emerge es la restauración insistente de la fragilidad. A lo largo del libro, los cuentos parecieran diagramar la novela de un mundo nebuloso pero concreto y vasto, como las leyendas de un futuro que está entre nosotros.