¿Por qué nos resulta tan difícil dejar de lado nuestro mundo y nuestra naturaleza caída para permitir que Dios desarrolle Su plan para que entremos en Su Reino celestial?

El mundo, la carne y el demonio siguen siendo muy fuertes y vivos en nuestra naturaleza humana.

Satanás está aumentando gradualmente su control sobre muchos líderes políticos e instituciones importantes en todo el mundo, y su control está llegando peligrosamente a las raíces mismas de nuestras sociedades.

Ha llegado la hora de luchar por nuestras almas individuales y las de nuestras familias.

Este mundo oscuro ya se ha extraviado y, tal como está, no tiene posibilidad de redención.

Jesús no vino a la tierra para salvarnos de este mundo, vino a salvarnos de nuestros pecados, para que podamos dejar este mundo atrás.

¿Por qué entonces todavía nos aferramos a este mundo? ¿A nuestra naturaleza caída?

Sólo tenemos dos opciones que determinarán nuestra salvación o nuestro castigo eterno: o soltamos toda la basura humana que nos ancla a este mundo, y seguimos a Jesús, abrazando nuestras cruces, o nos unimos a las hordas de robots inhumanos que marchan siguiendo a Satanás y sus engaños para perder nuestras almas en el lago de Fuego.