Este libro habla de una historia real, de personas reales con sentimientos reales. Sentimientos que ninguno de ellos es capaz de controlar o esconder, porque, por más que queramos o lo intentamos, no se puede. De cómo hay personas que llegan a nuestra vida con un propósito y se van cuando el trabajo ya está hecho y la lección aprendida. En mi breve período en la ciudad de Los Ángeles, lo que iban a ser unas clases de boxeo se convirtieron en un despertar de emociones pasadas, haciéndome analizar y entender quién soy hoy y por qué. El despertar de algo que ni siquiera sabía que estaba ahí pero que me había acompañado durante toda mi vida, y que tenía que conocer y afrontar antes de empezar mi nueva etapa adulta. Lo mejor y lo peor del dolor es que se olvida. Podemos dejarlo atrás, en el olvido, creyendo que el lugar al que pertenece es allá donde algún día lo sentimos. Pero es ahí cuando seguirá a nuestro lado hasta que hagamos las paces con él, hasta que le hablemos mirándolo a los ojos y el dolor que llevamos dentro salga hacia fuera para que no impregne de sufrimiento nuestro futuro con un dolor que pertenece al pasado.