Existen, pequeñas "chispas de vida", con las que te sientes extraño a tu propio cuerpo; es porque te "llaman" desde lo más profundo de tus adentros, ahí; en lo más profundo, allá donde tu ser reposa, siendo esas fugaces chispas, sus despertares. Para el que se empapa, de verdadera vida, porque le llueve desde dentro. Deseoso estoy de que, con lo que envuelve estas letras, te columpies, estando quieto, siempre algo más allá de tus pensamientos, pero sin pretender llegar más allá de las estrellas, ahí tan solo, en el más allá de tu pensamiento, allí es donde existe un silencio que nunca perjudica, ahí, un poco más allá, donde el alma vuela sola, nunca en bandadas, allá, donde por fin despliegas la máxima apertura de alas, donde algo de ti se eleva, donde la calma y el silencio son tus compañeros de viaje, sin lastres de desastres, ni tormenta de pensamientos, ni tan siquiera quiméricos sueños. El alma lo siente y lo ignora la mente, porque hay otra vida en la cámara oscura del "ser", es tanta la esencia que ahí habita, que el tiempo no lo puede borrar, porque la vida es corta y la memoria lo es aún más, pero la esencia es siempre eterna, esta esencia nunca juega a perder o ganar, solamente crece; así lo deseo, que tú crezcas como creció este libro y tanto creció que su propia esencia atravesó la piedra.