Cada día de nuestras vidas nos enfrentamos en nuestras actividades a decisiones que afectan nuestros pensamientos, palabras y acciones y que ayudan positivamente o perturban negativamente nuestro ser espiritual interior.

Algunas, por sus connotaciones negativas construyen más inercia espiritual, y otras siendo positivas nos ayudan a aumentar nuestra gracia santificante.

Lamentablemente, la mayoría de las veces se neutralizan entre sí y no avanzamos hacia el reino celestial al que Jesús nos ha invitado a unirnos con Él.

Al final del día, estamos construyendo nuestro futuro espiritual no necesariamente a través de grandes logros en un momento particular sino a través de las experiencias insignificantes que atravesamos día a día.

Depende de nosotros si trabajamos duro para revertir nuestra inercia espiritual a través de nuestra santidad y aceptando el don de la gracia santificante de Dios, visualizando poco a poco el reino de Jesús en esta tierra o si seguimos acumulando más inercia espiritual a través de nuestro egoísmo contribuyendo a aumentar la oscuridad que Satanás ha creado en este mundo.