La saga de Psicomística Aplicada, es una saga de libros, cuyo contenido es el de una o varias cartas de pacientes, alumnos, lectores y lectoras, que plantean a Lindy Giacomán −quien es la autora de esta saga y fundadora de la Psicomística− algún problema que están viviendo o algo en donde sienten que necesitan una especialista en terapia, y buscan saber, que señala la Psicomística, acerca del asunto que plantean en su carta, y en todo caso, cuál sería la alternativa más sana, para resolver el problema planteado o, qué actitud sana se puede tomar ante una muy concreta situación, que resulta negativa, incómoda, embarazosa, dolorosa, insana, o todo ello al mismo tiempo.

Giacomán, al ver que eran muchos los asuntos que se le planteaban en las cartas que le llegaban, y observar que algunos de ellos se repetían de una u otra manera, quizá en diferentes contextos, pero con el mismo fondo, conjeturó que quizá muchos lectores y lectoras, podrían estar enfrentando esos mismos problemas o pasando por esas mismas situaciones con las que ella trabajaba por correspondencia con las personas que le escribían, y pensó en lo positivo que sería poder dar respuestas a sus lectores, a estas interrogantes, o conflictos que se le estaban planteando.

La palabra tiene poder, al igual la hablada que la escrita, opina la autora en alguna de sus publicaciones, y en esta saga, hace patente esa opinión. Sin lugar a dudas, lo que queda claro, al leer estas cartas, y sus respectivas respuestas, es que poner la experiencia por escrito, es un estupendo ejercicio para clarificarse. Entregar una carta a quien no quiere escucharnos, tiene la gran ventaja de que, quien recibe la carta, al no ser confrontado directamente, tiene tiempo para expresar a solas su primera reacción, digerir los verdaderos sentimientos que surgen de lo escrito en la carta y, sólo después, luego de asumir esos primeros sentimientos, tendrá tiempo para reflexionar y llegar a una conclusión respecto a lo leído, el tiempo y el estar la persona sola al leer la misiva, tendrá la oportunidad de dar una respuesta a aquello que no quería enfrentar con la pareja o en otros casos con uno de los padres, con un hijo, o incluso con un amigo.

Escribir, siempre resulta una experiencia sana, el ponerles palabras a los sentimientos, es sano para la persona que lo escribe y para quien recibe lo escrito, por parte de una persona que no encontraba la manera de tender un

puente con otra persona que le interesa emocionalmente.