Cuando Cristo vino a este mundo, Su luz disipó las tinieblas que abarcaban todos los reinos de la tierra.
Debido a la debilidad de su naturaleza caída, el género humano vivia en desobediencia y apartado de Dios.
Vivir separados de nuestro Padre celestial es vivir en las tinieblas del maligno con la enfermedad y la muerte como sus frutos podridos.
Satanás estuvo gobernando todos estos reinos hasta que Cristo llegó y lo derrotó.
Jesucristo anunció para todos nosotros la existencia del reino de los Cielos como una realidad que podemos alcanzar individualmente para vivir con la luz del espíritu de Dios.
Existen muchos individuos, grupos, sociedades y hasta naciones que rechazan la luz de nuestro salvador porque les gusta vivir en la oscuridad, y porque el peso de sus pecados no les permite ver la luz, simplemente no la entienden, y siguen construyendo sin descanso su nueva torre de Babel diseñada y supervisada por su maestro Satánas.
Estos son sin duda, tiempos cruciales de definición para nuestra humanidad.
Algunos de sus miembros con humildad y amor verán en tomar sus cruces y seguir a Jesucristo, su puerta para entrar al reino de los cielos, y otros verán en la nueva y resplandeciente torre de Babel que Satanás les presenta a través de sus muchos seguidores, su tierra prometida para convertirse en dioses del egoísmo.
Algunos morirán a sus pecados para vivir, y otros vivirán en sus pecados para morir.