Más que de cambios en una línea progresiva, hay que hablar de mutaciones, de rupturas. Foucault descalifica, por ingenuos, ciertos intentos de historia de las ciencias que proceden como si los objetos del saber a historiar estuvieran desde siempre ahí, ofreciéndose "espontánea y pasivamente a la curiosidad del saber".
La historia de la episteme -historia arqueológica- investiga así el orden de las discontinuidades: "el hecho de que una cultura deje de pensar como lo había hecho hasta un momento y se ponga a pensar en otra cosa y de manera diferente". Esta historia nos permite descubrir las condiciones para que un sistema cualquiera de pensamiento haya podido ser pensado. El saber que se gesta en la dimensión no consciente de la cultura es ese saber a partir del cual se piensa: los hombres piensan en el interior de un pensamiento "anónimo y forzoso", sistema anterior al sistema, pensamiento anterior al pensamiento.
Hemos resumido lo esencial de "La ciencia como fuerza estructurante del presente", de Elisa Caruso y Malena Lasala